Todos los 11 de marzo me acuerdo de Susana.
Susana trabajaba en el Banco Barclays en la calle Príncipe de Vergara, desde que era enano me ayudaba a hacer todas las gestiones de la cuenta que me había abierto mi padre, para meter mis ahorros y creerme alguien sin tener nada.
Acababa de ser madre, tenía una nueva criatura salida del horno hacía no mucho tiempo. Todo eran siempre facilidades con la mayor complicidad. Cuando necesitaba un dinerillo me lo daba y saltándose las normas, dejaba el comprobante en su cajón y esperaba a que luego mi padre fuera a firmarle el extracto bancario, me guiñaba un ojo y yo dando las gracias sin saber como funcionaba nada, ni el favorazo que me hacía, me iba.
Siempre los españoles nos preguntamos que hacíamos ese día, yo estaba trabajando en Alemania, en Intel, y me desperté con la noticia de los atentados. Gente de todo el mundo me vino a ver a mi pequeño cubículo de becario para preguntarme si todo bien, aunque sabía que mi familia estaba bien, no estaba bien.
Pedí permiso para venir a España y mi jefe me animó, cogí billete de avión y me vine a España para estar en mi país, vine a Madrid, mi ciudad a ser cómplice de nuestra historia. Recuerdo recordar el día antes de irme a un curso de verano que mataron a Miguel Angel Blanco, ese día me cambio la vida, después de ver y participar en una manifestación donde todos éramos uno, decidí que tenía que participar.
Esos días dejamos de ser uno, por culpa de todos, pero tenía que seguir participando, y una historia concadenada con esta, hace que siga sintiendo esa responsabilidad.
Mis amigos por teléfono me contaban la valentía de tantos, el esfuerzo de médicos, enfermeros, ambulancias, taxistas, todos haciendo colas para donar sangre y no quería ser menos.
Cuando llegué, me contaron lo de Susana, ella iba en el tren, estaba todo el personal del banco hundido y yo solo pude recordar, pensar en su familia, pedirle a Dios por todos y quedarme hundido por no haberle dado otra vez las gracias.
Yo me acuerdo hoy de Susana, nada más llegar al despacho lo he hablado con Ana, y desde aquí quiero también que sea recordada, puesto que para mí es una héroe de las más importantes, las anónimas. Ella murió por lo que somos y es lo que sé que jamás olvidaré.
Decía Esquilio que «oye solo a medias el que oye solo una parte».
Por todas las Susanas que murieron un día como hoy hace ya doce años, doce años mayor, estáis y estaréis siempre en mi memoria, todos os debemos mucho.
Joaquín Vázquez