Querido blog, te quiero pedir perdón por no haberte hecho ni caso durante unas semanas, no te creas que no se me han hecho largas a mí también… obvio que sí, pero era necesario descansar la cabeza, que en mi caso por su gran tamaño, era más que merecido.
Te confieso que han existido circunstancias, momentos y situaciones, todos distintos, en los que tuve ganas de ir corriendo a por un teclado para ir a verte y ponerme a escribir… menos mal que no lo hice, pienso, puesto que con tanto tiempo hubiera sido capaz de volverte loco. Uno como que concreta más con la presión del día a día.
Por eso la necesidad de retomar este pequeño rincón, con ganas y con un reto, una sola palabra: querer; dos formas diferentes de entenderla.
Querer depende uno y es querer lo que uno no puedo controlar.
Parece un juego de palabras absurdo, lo sé, pero es una palabra que a mí me taladra mucho la cabeza y otras tantas veces el corazón.
Como este es un sitio para sumar, voy a intentar definirte ambas como yo las siento, puesto que su mezcla bien hecha puede tener como resultado tu/mi mayor éxito en la vida. Alejado de las metas que tantos nos quieren imponer, si quieres y lo consigues, no va a existir quien te gane. Este curso (sigo entendiendo los años como cursos escolares) va a depender de ti y yo, más que nunca, voy a necesitar tu ayuda.
Querer: en este caso dependiente de tu voluntad. Un amigo me dijo justo antes de ir de vacaciones que uno tenía que esforzarse mucho para obtener lo que realmente anhela. Totalmente cierto, no puedes dejar que la rutina rompa tus sueños. Dentro de no mucho te darás cuenta de que ya no tienes fuerza para luchar por aquello en lo que hoy crees, y que ellos han ganado la batalla por tu indiferencia. Sí, cierto, aquí estoy hablando de tu inconformismo, de tu forma de ver las cosas, de tu rebeldía bien entendida y de poder gritar ¡Basta ya!, este querer que nace desde lo más profundo de ti, no hay quien lo pare. Es el momento de que dejemos de tener miedo por querer cambiar y ese cambio empieza por nuestra actitud diaria.
El otro día leí una frase de Saint-Exupéry que decía: “Si no tienes un plan, no es un objetivo, es un sueño.” Por ello si realmente quieres, planifica la manera de conseguirlo, de conquistarla/le y piensa que aunque hay veces que duela, el dolor casi siempre es temporal, pero tu satisfacción eterna.
Querer: desde lo más profundo de tu alma. Tienes que poner en valor que sentir es lo que hace que realmente puedas estar cerca de ser feliz, pero también entender que no es un estado constante y que desgraciadamente, hoy no todos lo consiguen. No quieras por querer, siéntete libre de hacerlo por lo que puedas ofrecer, puesto que tu recompensa será muy grande y ese gesto, inolvidable. Lo mejor que puedes hacerlo además es cuando lo tienes no cometer la gilipollez de no cuidarlo porque te puedes dar cuenta un día cualquiera, la estupidez que has cometido para el resto de tu vida. No te olvides nunca que debe ser siempre tu conquista diaria. Quiere tanto que duela, puesto que es el momento donde te sentirás más vivo que nunca.
La gran victoria de la conjunción de ambas palabras, es el entierro del odio y tu libertad.
Te dejo una canción que creo que lo resume de una forma impecable.