Me escribía un amigo que ya no le de tanto la vuelta al calcetín, que lo lave. No sé quizá algún día me canse y lo que haga es que me compre otro directamente, pero por ahora no toca. Prometo estar al pie del cañón por conseguir intentar que te sumes a este reto tan apasionante, consiguiendo entre los dos que aquellos que están más cerca, se contagien.
Hoy te voy a contar la historia de un Pescador, que todos los días iba a cumplir con su pasión.
Un cuarentón encorbatado, le miró atentamente y tras dos semanas viendo como pescaba y pescaba, peces y más peces, se le acercó y le dijo:
“¿Sabes? Lo que tendrías que hacer es comprar más cañas, luego cuando ya vendas todos los peces, te tienes que comprar una barca, con la barca pescarás tanto que después podrás contratar a alguien y comprar otra, ya con varias podrías montar una flota y luego una fábrica y podrás tener coches, fincas, viajar, comprarte relojes hasta el día que llegue tu jubilación para hacer lo que más feliz te hace.”
A lo que el hombre le contestó:
“¿Volver a pescar con mi caña? Pero si eso exactamente lo que hago todos los días sin comprarme tantas cosas que no necesito.”
La sociedad, la vida, la moda son como una mosca cojonera que nos exige muchas veces que nos distraigamos de lo que verdaderamente sabemos hacer por aventurarnos para tener cosas que realmente no nos van a hacer más felices, por alcanzar lo que llama éxito, palabra prostituida a finales del siglo XX.
El pescador no era vago, trabajaba de sol a sol y su ambición era muy sana… pescar los mejores peces para venderlos y poder regresar a casa con la sensación del deber cumplido.
Esta historia me trajo a la memoria un buen cliente de mi Padre que se separó tres veces, quería vivir la vida como si no existiera otra, sabía que su éxito empresarial le iba a permitir vivir a tope y no pensar en las consecuencias. Antes de morir de cáncer, su confesión fue: “Si pudiera hacer algo antes de “marcharme al otro barrio” sería volver con mi primera mujer, por saber que la primera mujer te quiere por quien eres, la segunda por lo que tienes y la tercera por lo que le vas a dejar, y yo a la primera la quise siempre por admiración”. Por favor, no me taches de machista, pienso lo mismo con los “boy toys” tan de moda y además sin haberme casado tres veces, ni dos, ni una, entiendo bien lo que decía.
Por todo es importante que paremos y reflexionemos sobre la dirección que hemos tomado y a quien hemos decidió aplaudir por su éxito, pero ¿Qué éxito? Puesto que va a ser ejemplo de muchos, de nuestros amigos, de las familias y ese largo etcétera que puede que frustre la vida de muchos pescadores felices.
Yo creo firmemente que los grandes ejemplos son esas personas que viven en consecuencia y siguen su filosofía de vida como tal. Eso sí, quiero que entiendas que no por ser humilde no vas a poder tener el mejor de los barcos, obvio que sí, pero si te gusta el mar. Esa es la diferencia.
Muchos creen que la humildad puede ser confundida con pobreza, nada más lejos de la realidad, no hay persona que más admire que teniendo poder o sea multimillonaria, sean capaces de ejercer la humildad con elegancia.
Como diría un buen amigo mío: He dicho. A Sonreír, que es gratis.
Por estar ahí, te regalo este temazo. Por cierto Mery, gracias.