Pues sí, van volando los días, las semanas y el verano ya se va este sábado de viaje para volver en el 2014. Y yo que pensaba que iba a ser mi verano de reconquista tipo el Cid, tendré que dejarlo entonces para el otoño, gran época para mejores post.
Llevo tiempo queriendo escribir, pero no sabía muy bien cómo hacerlo por sentirme un poco como el pez Nemo nadando contra corriente, contra el abuso de las nuevas tecnologías. Creo que es el momento del ¡BASTA YA! De una pequeña revolución por lo humano, contra lo tecnológico. Nos están alejando de lo más importante y hay que darle la vuelta ya, por no ser una generación perdida.
La parte buena de los aparatos diseñados para distraernos las conoces de sobra, así que voy a profundizar en lo contrario, puesto que sí bien es cierto e innegable que nos facilita mucho la vida y que nos permite ganar tiempo, la pregunta es inmediata: ¿tiempo para qué?
Creo que hay un genio detrás de todo esto que ha pensado que la mejor forma de control es que nosotros mismos sintamos el mono de la conexión constante. También debió pensar que cuanto menos fuera la relación interpersonal, menos lugar tendremos para el conflicto. La verdad es que aplaudo su genialidad, pero critico su finalidad. Me gustaba más el riesgo de antaño.
Estamos a tiempo de no dejarnos avasallar por el marketing y como el gran William Wallace poder gritar: ¡¡¡¡LIBERTAD!!!!. ¿O vamos a tener de verdad que aplaudir con las orejas cada vez que nos citen desde Silicon Valley?
Es hora de independizarse, es hora de discernir y sabiendo las bondades de las llamadas NNTT, recuperemos la senda de profundizar, de conocer a las personas y no sólo lo que ellas quieren que veamos, leamos las noticias hasta el final y no quedarnos con el titular que quieren que nos quedemos, llamemos para escuchar y no escribamos para escudarnos, compremos por querer comprar y no sólo por el precio, dejarte aconsejar por tu tendero de toda la vida y que el sexo virtual no gane la guerra al sentir en todos los sentidos.
El otro día escuché una conversación que decía: “Sí pero tienes 12.000 seguidores en Twiter”. Yo pensé pero ¿Cuántos de verdad son amigos suyos?.
Insisto, somos culpables… si ya antes no se lo poníamos difícil a todos esos capullos/as que juzgaban sin conocer, hoy en día han ganado la batalla, por haber hecho que todos nos queramos esconder para no ser conocidos. Entiéndeme, en el buen sentido del conocimiento. Nos hemos hecho cobardes, capaces de no dar la cara y refugiarnos tras un Smartphone, pero si hay gente que es capaz de romper por facebook.
Dicen que tú vida ahora es más pública que nunca, no es verdad. ¿Por qué? Porque te googelean y sí pueden llegar a salir tu cuenta bancaria, tu cumpleaños, horóscopo y saber el nombre de tu mascota ¿Y?. Yo creo más bien lo contrario, ahora es cuando más escondidos en nuestro cajón estamos, por miedo a que la gente conozca de nosotros lo más importante: a TI.
Creo que podría ser una revolución sencilla que hiciéramos los siguientes ejercicios: si quieres decirle algo, vete y díselo en persona, quieres no estar sólo, llama a tus amigos, quieres que te conozcan, cambia tu conversación y habla no de lo que eres y sí, de lo que sientes, quieres saber lo que es bueno, pregúntalo, quieres sentir, toca, quieres conquistar, invita; y ese largo etcétera que vuelvan a hacerte protagonista de tu vida.
Quiero hoy más que nunca decir a todos los que no conocen y no quieren conocer, que ellos se lo pierden por perderse lo que realmente es importante en la vida.
Hoy, es posible saber de todo, conocer a más gente que nunca, comprar en cualquier lugar del mundo, leer todos los periódicos, todo a través de un cristal. Insisto, es la autentica revolución, pero su abuso nos aleja de lo más importante: NOSOTROS.
Nuestra vida no puede acabar así (Corto presentado en Toronto):