Mi razón de ser Hospitalario de Lourdes.

Espero que no me eches muchas broncas por no haberte escrito la semana pasada, pero tuve causa de fuerza mayor. Sí algo tan sencillo como acompañar a gente enferma o no, con la hospitalidad de Lourdes de Madrid.

Sé que ahora mismo te puedes hacer tantas preguntas sobre lo que implica o significa, que con el depósito lleno después de otro año de peregrinación, después de otra experiencia maravillosamente humana, voy a intentar darte respuesta.

Sí soy hospitalario, perdón HOSPITALARIO en mayúsculas. Alguien que desde su pequeñez cada año se prepara para realizar una peregrinación a un modesto pueblo del sur de Francia, donde una pequeña niña tuvo la suerte de ver y creer, de escuchar y sentir, de confiar y vivir en consecuencia.

El pueblo en sí, no es nada especial: hoteles, tiendas, restaurantes, una inmejorable sopa de cebolla que recomiendo y poco más, la naturaleza que lo rodea le supera en belleza, muy al contrario que otras tantas ciudades francesas. Hay una cuesta que hace que bajes hasta una explanada enorme preparada para los más magnos eventos multitudinarios y cerca, muy cerca de un río a veces devastador, se sitúa un pequeño espació ganado a una roca, una pequeña y sencilla gruta que con un árbol de velas, una pequeña fuente y una imagen de una Señora en lo alto, blanca, inmaculada, de insuperable belleza que es capaz de llenarte, te espera.

Es impresionante saber que tanta gente se puede llegar a recorrer tan largas distancias para ir a un sitio tan pequeño y sin más entretenimiento que lo anteriormente descrito.

¿Qué tiene de especial?

Su especialidad radica en su sencillez, infinitamente alejada de nuestros gustos fastuosos de los hombres. Es un sitio único para poder estar contigo, ofreciéndote a ti a su vez, donde vas a recibir todo, sin dar más que tu presencia. Un sitio justo, donde puedes juzgarte sin complejos, sin que nadie más lo haga, donde puedes pedir por lo importante, donde te das cuentas a quien quieres por tener presente, donde te liberas de preocupaciones y confias. Es un sitio donde  sentirte querido.

¿Por qué ir?

Hay gente que puede llegarse a creer que es por acompañar a enfermos que tienen en su corazón una esperanza, otras que es un voluntariado por cubrir todas mis debilidades anuales y algunos, por entender que puede ser una escapada o una huida, según se mire.

Te confieso que es por el motivo más egoísta del mundo, voy por mí, por Joaquín. Es curioso poder por fin reconocerlo y que sepas que de todo lo recibido, que en mi caso es demasiado, acudo cada año a la gruta por mi pequeñez, por mis debilidades, por mis miedos, angustias, soledades, por mis dudas, por querer sentir, por querer querer, por todo lo que tengo, por lo que soy, lo poco que doy, por mi vida cotidiana pero sobre todo voy por Ella.

A veces pienso que es la Galia de Asterix y Obelix de la felicidad, que todos aquellos comics están inspirados en un sitio tan pequeño como es la gruta Mariana de Lourdes, donde uno puede probar una pócima especial que hace que sea capaz de querer hasta que duela, sonreír hasta que duela, cargar hasta que duela y lo más importante ser feliz con el dolor.

Una vez regresas a «casa» cada uno se enfrenta a sus Romanos, que hacen que el efecto secundario de esa pócima secreta vaya dejando de curarte y vuelvas a enfermar hasta el año siguiente.

Sí, es cierto que hay enfermedades que son pesadas cruces que se ven y hacen tanto daño a personas que queremos, pero no nos podemos olvidar de las otras que no se manifiestan que se esconden en nosotros y de forma sigilosa, nos envenenan y que yo también he sufrido.

Fui a buscar y encontré: amigos que son hoy como familia, a la persona que más he querido, como entender la enfermedad, como sentir, consuelo, comprensión, paz, ser escuchado, pero sobre todo AMOR. Te parece raro, pero sé que Ella me quiere.

¿Qué implica?

A ti. Sólo a TI.

Tu entrega, capacidad de dar, de saber recibir, de entender y apreciar la enfermedad, de querer, de dejarte querer, de comprometerte, de abrirte, de querer conocer, de dejarte conocer, de reconocer tus debilidades, de apoyarte en tus fortalezas, de cargar, de saber cuidar, tocar, escuchar, otra vez escuchar, de comprender, de no juzgar y un linfinito etcétera que sólo hace que definirte.

¿Que ganas?

Cada año que voy aprendo algo nuevo. Por ejemplo este año y de forma muy especial he aprendido la importancia sobre la gestión del tiempo y la dedicación a las personas. Con paciencia, tiempo y ganas puedes descubrir maravillas, como este año yo a Pepa; mujer con síndrome de down que durante años pensé que no podría hablar y gracias a una buenísima amiga que tiene experiencia en el trato con estos angeles en la tierra, he llegado a aprender tanto de ella que resumo en:

Busca lo sencillo, Regálate siempre y da y si de verdad quieres algo, haz todo lo posible por conseguirlo.

GRACIAS PEPA y perdón por tener miedo a conocerte y no dedicarte tú tiempo.

Te lo regalo por no saber donde encontrarás tu recompensa:

http://www.youtube.com/watch?v=JPOVwKPMG8o

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