He nacido para este día. ¿Y tú?

Hoy estaba pensando en escribir sobre la soberbia como el peor pecado de todos, pero no, vuelvo a escribir sobre habitantes de este mundo que necesitamos darnos una vuelta a nosotros mismos como remedio casero a una de las peores enfermedades del siglo XXI: las prisas.

Hay días que voy corriendo a todos lados, que casi no escucho a la persona que tengo en frente por estar pensando en la siguiente cosa que tengo que hacer, que no disfruto por pensar que podría estar en otro sitio, no veo si hace el sol por fijar mi mirada en una aplicación de 16.000 millones, me pregunto que si voy al gimnasio, si no, voy hablando con alguien que está lejos y ni siquiera me fijo en las personas que están cerca, en sus ojos y peor me abstraigo en mi mundo sin ni siquiera levantar mi mirada para acompañar a aquellos que están en la calle. ¿Soy humano?

Hay días que pienso que he ligado porque me han contestado por Facebook, otros en los que creo que ya tengo un plan por formar parte de un evento, por haber recibido un correo con una invitación para una copa para ensañarme un coche que ni puedo, ni quiero comprar. ¿Soy humano?

Hay días que no doy las gracias por tener que irme rápido a otro sitio, no dejo pasar a la gente mayor por no haberme dado cuenta de que existen por ir más despacio, me siento corriendo y no miro si alguien necesitaría mi sitio, pregunto ¿Qué tal? Deseando que la respuesta sea un escueto bien, doy un euro a alguien en la calle por evitar una molestia, emito juicios de valor sobre temas de los que quizás sólo he leído un twitt, un post, un titular. ¿Soy humano?

Podría seguir durante horas criticando mi actitud ante una vida apasionante, donde los colores han quedado suplantados muchas veces por LEDS y me doy cuenta de mi gran equivocación, de la necesidad que tengo de cambiar.

Sé que poco a poco, pero que voy progresando adecuadamente y por ello quiero compartirlo contigo, por si te sirve. También sé hoy que para reilusionarme como escribí hace unos meses en este blog, necesito reeducarme. No me arrepiento del orden de los factores, puesto que por la búsqueda de la reilusión, he encontrado el antídoto de la reeducación.

Me he dado cuenta a tiempo de que me había maleducado a mí mismo. Por ello cuando me entran prisas me paro, cuando estoy con un amigo le escucho y retengo, cuando quiero ligar llamo, intento quedar, quiero que me conozca y sobre todo conocerla, me he prohibido salvo urgencia andar mirando el móvil lo que me permite ver las fachadas, el cielo, pero sobre todo a la gente, me paro a saludar y voy paso a paso, poco a poco, digo que no a las necesidades absurdas y doy gracias por las cosas necesarias que tengo.  Sé que parece poco, que parece fácil, pero no lo es… eso sí, el resultado me está encantando.

Le pido a la vida que no me deje olvidar de que la estoy viviendo.

Te la dedico.

http://www.youtube.com/watch?v=5RowAc-H3EM

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s