Me acabo de poner los cascos para poder escribir este post, suenan los acordes de una guitarra que hacen que, sin voz, su música provoque algo diferente. Uno debe sentirse privilegiado por estar escuchando a un genio, pienso. Cuán poca gente hay capaz de hablarte con una Guitarra, de poder tener una conversación sobre la pasión, la amargura, la alegría y la tristeza, después de afinar seis cuerdas. El ser un músico frustrado y mi pequeñez ante tanta grandeza, solo me permite rendirle un homenaje de letras desordenas.
Siendo sincero, uno tiene que tener valor para escribir de un genio, de un maestro, sin conocer y poder valorar toda su genialidad, su maestría. No soy en absoluto un entendido en la materia, pero sí que puedo asegurar que sé disfrutarla. Después de hacer los deberes, tener el privilegio de haber conocido a sus hijos y visto el documental: “La Búsqueda”, pues que como que me he animado a esta aventura y nunca mejor acompañado.
Si uno se va a nuestro Real Diccionario, y cual margarita deshoja las diferentes definiciones recogidas de lo que llamamos arte, podemos asegurar que nació tocado por un Dios en el que no creía, por tener la habilidad de hacer algo impresionante, una disposición incansable, siendo su virtud, una nueva forma de lenguaje, de comunicación. Es el cómo poder expresar una visión personal, muy suya, con una sonoridad perfecta, siguiendo todas las reglas con una maña y astucia de hacer algo de forma única. Su tesón, cabezonería, alegría, su personalidad perfeccionista hacía que su disposición personal fuera plena para ella, su guitarra y para lograrlo: trabajo constante, soledad y perseverancia. Quizá desde la Real Academia debieran reflexionar y definir arte como Paco de Lucia.
Uno si cierra los ojos puede situarse y soñar que está bajando unas escaleras, donde una puerta se abre, escapa el humo y, resguardado por azulejos, se encuentra con cinco sillas de madera preparadas para disfrutar de una buena juerga: “el flamenco no puede concebir sin una buena juerga”. Quizá sea este nuestro punto de partida y de encuentro, si al ambiente descrito, le sumas a ella, un buen copazo y un pitillo imaginario, estás más cerca del cielo, que de la tierra.
Es por ello que muchos quizás le honran por las fronteras que abrió a una guitarra Española, yo le honro por saber descubrir a su “mesias” a las ocho de la mañana catando en un patio de manzana, más que nada, por las 12 horas de juerga anteriores haciendo de su pasión, su profesión y de todo ello, mi envidia.
Cuentan sus hijos que para él, lo bueno se daba por hecho, lo malo es lo que había que resaltar, en resumen: Exigencia.
Cuentan sus hijos que para él, lo desafinado llamaba más la atención que lo afinado, aunque no lo estuviera: Detalle.
Cuentan sus hijos que vivió con alegría, sonrisa, coquetería, aunque la gente lo viera introvertido: Personalidad.
Pienso que hoy en todo tablao flamenco, en homenaje al más grande, debería haber una silla vacía y gracias a él, todos los que no tenemos su talento, sí que podemos decir que tenemos dos oídos y corazón para disfrutarlo.
En su vida, como en el documental no pudieron poner punto final a su historia, mi forma de terminar solo puedes ser así:
Ella tu ausencia lloraba,
Una silla ya vacía,
Triste la otra sonaba,
Sin su Paco de Lucía.