Contra el apego, post recordatorio.

Tenía abandonado a mi calcetín, y así, ¿Cómo pretendo darle la vuelta?

Volvemos curso nuevo y no te creas que es por falta de ideas. Admiro a aquellos que pueden hacer de escribir una profesión, sin complejos, capaces de teclear por rutina, ordenando ideas, vomitando artículos, escribiendo genialidades; a mí, todavía me queda mucho camino y casi todo por aprender de los maestros. No sabes bien que cuesta arriba se hace en las páginas en blanco ordenar las palabras, sobre todo para que recen lo que realmente quieres decir. No te puedes ni imaginar la cantidad de post que he empezado en este mes, nada más cansino que escribir y borrar, escribir y borrar, sin que fuera su momento, llegarán, seguro, pero a su tiempo.

Este no lo puedo evitar, me lleva persiguiendo la necesidad de escribir a modo de recordatorio para no olvidarme jamás de algo importante: nada es mío. No quiero aburrirte, pero necesito escribirlo para recordarme que no tenga apego, que sea libre de la dependencia.

Creo que uno de nuestros mayores males es no disfrutar de lo que nos rodea en este instante, nuestra falta de seguridad y hacernos dependientes, por egoísmo, por miedo, por inseguridad, de personas, cosas, casas, amuletos, necesidades que acaban al final siendo más dueñas de nosotros que viceversa.

Si lo piensas y como bien me dijeron este verano un hombre con fortuna, ¿Por mucho que tengas, al final, dónde te lo vas a llevar? No estamos preparados para la grandiosidad de la perdida, pero a todos nos llega por igual.

Por ello creo que el apego es un engaño, no puede formar parte de mi vida, me hace esclavo de sentimientos que me alejan del sano carpe diem, del verdadero momento temporal importante. Si te quitaran todo, a todo el mundo de golpe y te enviaran a Buenos Aires, ¿No seguirías siendo tú? Me pregunto.

Dejas de ser libre cuando te vuelves dependiente de lo que no eres tú. Primero y me centro en lo más importante, la personas. Ninguna y repito, ninguna, te pertenece y pertenecerá jamás. Mis padres no son míos, mi futura mujer, no será mía y mis hijos, son solo fruto y responsabilidad hasta que se puedan desarrollar y realmente sean lo que verdaderamente son. Yo solo puedo ser, en la medida de lo que pueda, ejemplo, nada más.

La dependencia afectiva aleja del sentimiento generoso de amar. Si querer es posesivo, egoísta, amar, es entrega, generosidad y he aprendido que querer es tener la intención de apegarme a alguien. Ama hasta el delirio (Chaouen), que es todo lo contrario, entregarte a alguien. Hace tiempo escribí querer, querer, hoy escribiría querer amar. En español hemos sido capaces de desterrar el verbo amar, por cursi. ¿Te imaginas que los ingleses cambiaran el love por want?  Como quedaría de bien eso:«I want you». Muchos hemos cometido el error de intentar proyectar en otra persona nuestro miedo a la soledad, exigir a otras personas por nuestras frustraciones, utilizarlas como instrumentos contra nuestro miedo e inseguridad. La vida es tan increíble que no puede ser protagonista aquel a quien necesitas, sino debes serlo tú para con aquella persona a la que puedas dar.

Tampoco pienses que quiero borrar mi disco duro, la memoria, el recuerdo, en nada se parecen al apego, los primeros forman parte de mí, son YO, tienen la fuerza de haberme forjado hasta este momento. Cuantas veces me acuerdo de personas que han marcado con mucho mi vida, para intentar no defraudarlas. Su muerte, no hizo más que alejarme físicamente, pero en mi conducta están presentes cuando finalmente me centro y hago las cosas bien, perviven en mí y hasta que yo viva.

Lo más in-trascendental es la esclavitud posesoria de bienes, droga adictiva puesto que una vez alcanzada una meta, nunca es suficiente, no te sacia, hasta que te paras un momento y te das cuenta de que te queda poco por vivir, y todo lo que tienes no te ha hecho más tú, normalmente provoca incluso el efecto contrario, alejando de facto a las personas que quieres. Cuando despiertas de la pesadilla, puede que sea demasiado tarde.

También sé que es muy difícil el ejercicio de dejarlo todo, pero es donde está nuestro verdadero yo, en no tener nada. Sabiendo tan bien la práctica, te preguntarás ¿Por qué no seguirá este tío, lo que escribe? Pues por el apego contra el que escribo. Ya lo dijo Jesús: “Déjalo todo y sígueme”, es decir en la nada está el todo, Él. Ese es el camino… pero hay que querer dar el primer paso y aceptar todas las consecuencias.

Egoísta, sí, consciente, por fin también. Voy poco a poco aprendiendo a quitarme esos yugos que inventados por mí, hacían que mi vida estuviera encarcelada. Ahora entiendo el secreto, aunque siga nadando entre los dos mundos, exterior e interior, tengo conciencia de que nuestro mayor éxito es construirnos desde dentro.

No quiero ser cínico, tengo cosas, quizás demasiadas, pero ninguna ya supera su utilidad.

Escribo este post en honor a Carlos de Foucauld, al que rezo para que me siga haciendo ver lo importante que es no tener apego a nadie, ni a nada, para poder darlo todo y confiar en lo verdaderamente importante.

Someone told me long ago…

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s